Sucesores: La fórmula intergeneracional

Muchos movimientos nacieron con gloria y esplendor. Definitivamente nacieron del Espíritu. Ni discutir sobre su origen. Pero hoy sólo es historia. Como alguien dijo: “de movimiento pasó a ser monumento”. ¿Por qué?

© Markus Bormann - Fotolia.com
© Markus Bormann – Fotolia.com

Traspaso generacional.
Uno de los primeros avivamientos fue el éxodo. El líder fue Moisés. Cuando el Señor se lo llevó, no hubo un vacío de liderazgo. Josué asumió la posta (Jos 1:2). Personalmente había sido entrenado por Moisés. Se la sabía todo. Vio y vivió el liderazgo en vivo y en directo. Y lógico, aprendió y aprehendió muchísimo. Ya estando al frente, aplicó ese entrenamiento para conquistar la tierra prometida. ¿Qué hubiera pasado con los israelitas si Moisés no les dejaba un sucesor?

Hablemos de Elías. ¿Cuál fue lo más poderoso que hizo?… ¿Su fe para detener y traer lluvias? ¿El fuego que hizo caer del cielo? ¿Su celo que se tradujo en un duelo a muerte con 450 profetas de Baal?… Por supuesto que todo eso fue poderoso. Pero lo más poderoso que hizo fue “dejar un sucesor”. El Señor se lo llevó, pero dejó un legado a la siguiente generación. No un edificio; sino un sucesor.

Legado generacional.
Keneth Hagin Jr., en su mensaje a un ejército de graduandos del seminario, les dijo: “Sean algo. Hagan algo. Dejen algo”. ¡Qué te parece?

No dudo que la mayoría quieran ser algo. Tampoco dudo que quieran hacer algo. Pero sí respecto a lo que quieren dejar. Porque muchos ni siquiera han pensado al respecto. Y entre los pocos que sí lo han hecho, uno o dos han considerado dejar un sucesor. ¿Será que no quieren trascender!

Trascendencia generacional.
Todos tenemos un sentido de trascendencia. Pero unos saben cómo, y otros no tienen la más remota idea. Absalón, rey por unos días, quiso trascender. Como no tenía un hijo (opción 1) que dejar y desconfiaba de sus siervos (opción 2), decidió levantar un monumento. “Para conservar la memoria de mi nombre”, se dijo (2Sam 18:18). ¡Quiso trascender, pero siguió el camino equivocado! Lección: no dejes monumentos; deja sucesores.

¿Acaso hay algo más trascendental que dejar sucesores!
Dejar sucesor no es nada fácil. Pero más es el costo de “no hacerlo” que “sí hacerlo”. Ahora te explico.

Ruptura generacional.
Todo estaba bien en Israel, hasta que murió Josué. Después de él algo terrible ocurrió. Se levantó una generación que no conocía al Señor (Jue 2:8-10). Cada israelita comenzó a hacer lo que le venía en gana (Jue 21:25). Y todo, porque don Josué no dejó un sucesor. ¡Y todas las proezas del Señor en el mar, y las columnas de nube y fuego, y el maná del cielo, y los muros de Jericó, etc.? Ahora son sólo historias de poca ciencia y mucha ficción.

Si tú eres sucesor de alguien, sea de forma natural o espiritual, para ti es la siguiente advertencia. Asegúrate de dejar un sucesor, pero que también deje un sucesor. De otra manera, todo lo que edificas terminará perdiéndose en la tercera o cuarta generación. Sospecho que Pablo intuía esto. De razón que escribió su famoso 2Ti 2:2 “Lo que haz aprendido de mí, esto encarga a hombres fieles e idóneos para enseñar también a otros”. ¡Léelo dos y tres veces, y dime si acaso Pablo no estaba orando para que continúe lo que él empezó, generación tras generación!

¿Qué hubiera pasado si Josué, el sucesor de Moisés, también dejaba un sucesor? ¿Cómo habrían sido las cosas si Eliseo, el sucesor de Elías, también dejaba un sucesor? ¡Ya te imaginas, verdad?

A manera de conclusión.
En inglés, para la palabra éxito (success) se usa la misma raíz de la palabra sucesor (successor). Y no es ninguna casualidad. Creo que el verdadero éxito de un hombre se mide por su capacidad de dejar sucesor.

En portugués, para la palabra éxito se usa la palabra sucesso (de suceso). Y saben, ésta es la raíz que se usa para escribir sucesor (sucessor). Es decir, ¿cuál es el mayor suceso (éxito) que a un hombre le puede pasar? ¡Dejar sucesor, por supuesto!

Deja un comentario